viernes, 14 de octubre de 2016

Cristóbal Molina







DIAN FOSSEY. MAMÁ GORILA




Fue una zoóloga estadounidense, reconocida mundialmente por dedicarse en cuerpo y alma a la defensa de los gorilas, en un momento en el que su población se encontraba al borde de la extinción, por debajo de los 450 ejemplares.




En 1960 comenzó su interés por los gorilas, al descubrir un texto especializado del investigador George B. Schaller. En él descubrió que la población de gorilas en el mundo estaba sitiada en una zona volcánica del África central. Además, cercados por bandas de furtivos que ansiaban hacerse con algún ejemplar.Fue entonces cuando decidió trasladarse a esta zona y estudiar sus comportamientos para intentar protegerlos. Se instaló en medio de la selva en una cabaña construida por ella misma. En la imagen puede verse una réplica que hay construida en el parque de cabárceno (Cantabria)



La paciencia de Dian Fosse, su meticulosa observación y su formación en métodos de enseñanza gestual le permitieron, al llegar al continente africano, comprender e imitar el comportamiento de estos simios de grandes dimensiones. Una especial relación de complicidad se forjó pronto entre la investigadora y uno de los ejemplares, el gorila Digit, que se mantuvo a su lado mientras Fossey hacía recuento de sus colegas de especie. 220 gorilas sumó finalmente la zoóloga. Pero cuando parecía que sus indagaciones en este ámbito iban viento en popa -recibió el el doctorado en zoología por la universidad de Cambridge- una batida de furtivos acabó con la vida de su preciado amigo.

Puso en marcha entonces su particular batalla contra este tipo de cazadores, enfrentándose a ellos, combatiendo su actividad, persiguiéndoles junto a guardias forestales y denunciando sus métodos a las autoridades pertinentes. Su empecinamiento le costó caro. La estadounidense se forjó una poblada pandilla de enemigos en la zona. Las navidades del año 1985 apareció asesinada en su cabaña.

Las circunstancias que rodearon a su muerte tardaron tiempo en esclarecerse. En un principio fue acusado Wyne McGuire, un joven estudiante que se encontraba bajo la asesoría de Fossey y al que se le acusó de ‘celos profesionales’. McGuire huyó a Estados Unidos poco antes de que un Tribunal ruandés le acusase del crimen y le condenase a morir fusilado en cuanto pisara territorio de Ruanda. Muchos años después se supo que el autor del crimen había sido un cuñado del presidente ruandés y capo de los furtivos que se dedicaban a masacrar gorilas.

Los esfuerzos y el empeño de Dian Fossey, sin embargo, valieron la pena. Sus investigaciones se hicieron públicas gracias a la revista National Geographic y a su libro, publicado en 1983 bajo el título original de Trece años con los gorilas de montaña. La concienciación general extendida gracias a sus reflexiones consiguió salvar la vida de los ejemplares supervivientes en las montañas africanas. Su trabajo contribuyó en gran parte a la recuperación de la población de gorilas y a la desmitificación de su comportamiento violento.



Fossey fue enterrada en Karisoke, en un sitio que ella misma había construido para sus amigos gorilas muertos. Fue enterrada en el cementerio de gorilas cerca de Digit y cerca de muchos gorilas asesinados por los cazadores furtivos.

El turismo genera actualmente en Ruanda cientos de millones de dólares gracias a los gorilas de espalda plateada. Si hoy en día existe esta especie es gracias a la singular zoóloga estadounidense, que se asentó en las montañas africanas y estableció una entrañable relación con estos simios.